viernes, 8 de enero de 2010

Sófocles


Sófocles

Nació en el 496/7 a.C. en el feudo de Colona. Ganó cerca de 20 primeros premios y escribió unas 120 obras. Su primera victoria, arrebatándosela a Esquilo, fue en el 468 a.C. con Tritolemo, ahora desparecida. Sólo quedan 7 de sus obras: Ayax, Antígona, Edipo rey, Electra, Filoctetes, as Traquinas y Edipo en Colono.

Sus innovaciones, aparte del tercer actor, que Esquilo imitará en algunas de sus tragedias, son la reducción de la parte coral en beneficio de un mayor diálogo y de los rasgos psicológicos de los personajes. Liberó la trilogía del argumento unitario, lo que le llevó a concentrar más la acción y el perfil de los caracteres. Aumentó los recursos de las máquinas, y el coro lo elevó de doce a quince. El estilo y el lenguaje és más sencillo, menos ampuloso, menos lírico.

Sófocles se diferencia de su predecesor por la naturaleza de sus concepciones religiosas. Al igual que Esquilo, reconoce el poder soberano del destino, pero además consigue afirmar que las vicisitudes humanas no son preestablecidas e impuestas por un designio misterioso, aunque justo en sus fines, sino que son, de vez en cuando, determinadas por las inclinaciones, por las pasiones y por los sentimientos de los individuos. Con esta nueva forma de entender y explicar las relaciones entre los hombres y la divinidad, se demuestra la sustancial importancia de Sófocles, el poeta ya no puede recurrir a causas externas para justificar las razones de esta o aquella acción, más bien se ve obligado a buscar esas razones en la íntima naturaleza de los personajes que así se transforman en los principales motores.

Con Sófocles los personajes son los responsables de su propio destino. La justicia de los dioses existe pero escapa a veces a la razón del ser humano. La culpa no está en el acto sino en la intencionalidad. Esto lleva a penetrar en el fondo de las almas. Así ilustra las luchas íntimas, las contradicciones de cada uno, dando lugar a figuras menos hieráticas. Es por tanto un hombre con una profunda capacidad de observación de la humanidad, s sentido del entrelazamiento del hado y del carácter, su profunda comprensión del sufrimiento de la vida y su concepto de la nobleza de espíritu que llega cuando el alma humana ha sido probada y experimentada por el dolor, nos recuerda a Shakespeare y está mucho más próximo a nosotros. Su obra, como la de Esquilo, es además una reflexión sobre los comportamientos del poder en su épica, sobre la organización política que no sabe desprenderse de los lazos de la guerra, de las ya incontables guerra que Atenas emprende o sufre en su tempo y de las extrañas leyes que la rigen.

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