Los orígenes dramáticos
El drama y el teatro son más viejos que la religión. Comienzan con el primer hombre que piensa que imitando a los animales en torno del fuego del campamento puede aumentar el número de animales y asegurarse una buena caza. Del mismo modo el hombre sedentario y agricultor creerá en la magia de hacer posible la lluvia y evitar las catástrofes climatológicas para obtener una buena cosecha e incluirá la danza y la música y las máscaras en estos rituales. Surge así toda una creencia (religión) en torno al repetido ciclo de la naturaleza. Las cosas de la naturaleza crecen y maduran en verano, mueren en otoño y renacen en primavera, este patrón extensible al hombre hace que pase del animismo a una especie de politeísmo primitivo haciendo antepasados suyos a la mayoría de los dioses. Los grandes hechiceros y jefes se convierten en “grandes espíritus”. Inventan ceremonias de iniciación que exigen un diálogo y adoran a sus dioses con la danza y el canto, educan así a los jóvenes cuentan historias de los héroes de su cultura. El culto engendra los mitos y los mitos deben ser representados para que la raza sobreviva.
En cuanto a los orígenes dramáticos, ciertos autores coinciden como Aristóteles en que la tragedia nació del ditirambo, o himno coral, que se cantaba al dios Dionisos, figura clave en el nacimiento del teatro en Grecia. Hijo de una mortal y del un dios, es la divinidad de la fecundidad, de la vegetación y de la vendimia, características que le permitirán ser figura principal en la sociedad agrícola y ganadera de la Grecia primitiva Suponen que el ditirambo contaba la historia de esa divinidad nacida de Zeus y una mortal, que enseñó al hombre a cultivar la vid y otras frutas y alimentos, y que fue destruida y renació como deidad.
El ditirambo
Los griegos celebraban sus fiestas al principio y al final de la siega, pedían a los dioses que el campo fuera fecundo, y concretamente, lo pedían a Dionisos.
Una procesión de danzantes dionisíacos que representaban a los sátiros - compañeros de Dionisos - paseaban por las avenidas de la Grecia primitiva seguida por jóvenes ansiosos de alcanzar el éxtasis dionisiaco (recordemos que Dionisos es también, como dios de la vendimia, dios del vino). En estas fiestas, un carro recorría las calles con la estatua de Dionisos sobre él, mientras los ciudadanos danzaban, se disfrazaban y se embriagaban.
En honor a Dionisos, se sacrificaba a un carnero cuya sangre fecundaba los campos y se danzaba, danzaban los trasgos (estos danzantes representantes de los sátiros, de hecho, trasgo significa macho cabrío en griego) y a la vez que bailaban salmodiaban algunos textos: estamos ante el precedente del coro.
Mientras el carnero se sacrificaba sobre un altar, los trasgos giraban alrededor de él con sus salmodias y sus danzas. Esto es el ditirambo, que debió llevarse a cabo en las afueras de cualquier pueblo griego durante las fiestas de la siega, en honor a Dionisos.
En cuanto al texto que salmodiaban los trasgos, lo cierto es que no se conoce. Probablemente tenía un estribillo y con el paso del tiempo y la evolución del ditirambo, un elemento llamado ritornello, lanzado como un grito por el coro y respondido por el guía del coro, el exarconte o corifeo, probablemente el primer actor pues ya se trata de un diálogo coro - corifeo.
De " trasgos" derivará el término tragedia. Por su parte la comedia, derivará del término "comos" que sería otro tipo de "gritos" lanzados por los danzantes dionisíacos, un tanto "subidos de tono" durante estas fiestas dionisíacas. Sea como fuere, el ditirambo es un precedente del teatro helénico pues ya encontramos la principal característica, lo fundamental del teatro: gente que mira y gente que actúa. Por la época en que la tragedia estaba pronta a aparecer, las leyendas de Dionisos habían sido suplantadas en los ditirambos por las aventuras de los héroes. Desde entonces, aunque la tragedia ignoró casi por completo las hazañas personales de su dios favorito, las obras se convirtieron en el rasgo más importante y espectacular de su culto.
Del ditirambo a la tragedia
La transformación del ditirambo, ritual heroico mimético, a drama no es clara, al parecer alrededor del año 600 a.C., un poeta y músico, Airón de la isla de Lesbos, habría escrito los primeros versos formales que reemplazaron las palabras improvisadas del ditirambo. Y casi todos los autores piensan que Tespis dio el paso siguiente al introducir al actor que hablaba con el coro, proveía la narración y hasta interpretaba episodios dramáticos. Parece que el cambio del ditirambo al drama se produjo a mediados del siglo VII, sin duda el hombre que se separó del coro y se puso frente a él se convirtió en ese momento en el primer dramaturgo y al mismo tiempo en el primer actor. También se dice que Tespis fue el primer empresario de giras cuando puso a su compañía en un carro y dio representaciones en otras ciudades. A partir de la época de Tespis, y durante tres siglos, Atenas fue la capital teatral del mundo griego. Surgía así la forma teatral que denominamos tragedia. Esta nueva forma recibió la aprobación oficial en el año 538 A. C. cuando el tirano Pisístrato decretó la primera competencia ateniense de tragedias. La presentación como competencia cívica, elevó esa nueva forma de celebración al sagrado nivel cultural de los juegos de Atenas. Pisístrato aseguraría más tarde su permanencia al asignarle un predio en un lugar muy concurrido de la ciudad -una loma ubicada entre la zona más escarpada de la parte alta de la ciudad y la calle de los Trípodes. Este terreno fue consagrado a Dionisos y hasta nuestros días se lo conoce como el teatro de Dionisos.
Las principales fiestas
El teatro tenía una importancia vital para los atenienses, pues constituía la culminación de su ritual religioso y cívico. Presentaban tres clases de obras: tragedias, dedicadas a las leyendas heroicas y que a menudo usaban a los dioses como solución conveniente para el final; piezas satíricas, en las que se hacía burla de tales leyendas y se caía en una obscena mímica a cargo de un coro de sátiros, y comedias, que se referían en una forma farsesca a la vida corriente. Las representaciones dramáticas en Atenas eran organizadas por el Estado. Ir al teatro no era hábito cotidiano: estaba limitado a ciertos días fijos de cada año. En el 534 a.C. Pisístrato, como ya se ha dicho, introdujo un sistema de concurso para elegir las obras dramáticas. Primero fue un concurso para las tragedias y posteriormente, en el 486 a. C. se admitieron las comedias.
Las fiestas dedicadas a Dioniso tenían lugar a fines de enero y comienzo de febrero, y también a fines de marzo hasta comienzos de abril. Las primeras, las más antiguas, conocidas como las Leneas, tenían un carácter más local. El programa se limitaba a una procesión y a un doble concurso trágico y cómico. Las segundas, mucho más importantes eran las Grandes Dionisíacas, la gente acudía de todas partes, y el programa comprendía una procesión solemne en la que participaba toda la ciudad, concursos ditirámbicos y concursos de tragedias y comedias. La fiesta duraba seis días, el primero estaba dedicado a una gran procesión conducida por el sacerdote de Dionisos en su flota de supuestas naves, y a deportes, juegos y diversión en general, En el segundo día, a veces en el tercero, se realizaban los concursos ditirámbicos. Los últimos estaban dedicados a las obras que competían por los premios anuales. En cada uno de estos tres días, durante el siglo V, se presentaba un autor distinto con tres tragedias y una pieza satírica. Por la mañana se ofrecía una tetralogía dramática y por las tardes una o dos comedias. Además de las fiestas dramáticas atenienses, había un tercer tipo, las Dionisíacas rurales, llevadas a cabo en las poblaciones del ática en diciembre. Allí se presentaban las obras ganadoras de Atenas.
Podría decirse que el eje central de toda obra trágica es el restablecimiento doloroso del orden, y el alumbramiento traumático del deber en su doble aspecto. Desde el plano religioso, desarrolla el antagonismo que existe entre el hombre y el cosmos. Y en el plano político explica la conflagración subyacente entre el hombre y el poder. Tanto en un aspecto como en otro, la representación será el vértice del debate. No es casual, por ejemplo, que la figura más relevante de las obras clásicas sea la de los reyes. Esto se debe a que ellos representaban los blancos más visibles de la sociedad, y en consecuencia, eran los más susceptibles, ya que la vida privada de los monarcas, en un espectáculo público pertenecía a todo el mundo. Este aspecto formaba parte de la mentalidad de los griegos. De hecho, la Polis era considerada como un todo, y la justicia, para este pueblo era un valor excelentísimo. Si no había justicia en sus gobernantes la Polis tampoco podía ser justa. Por eso, para los griegos, la política y los políticos eran los encargados de ejecutar justicia, pero en una dimensión propiamente humana. No había posibilidades de realización individual dentro de un régimen injusto.
La justicia era para ellos una perfección valiosa; algo que no se buscaba por sus ventajas, y cuyos designios, sin embargo eran implacables. La finalidad de los festivales dramáticos era la de exaltar la tradición mítica, el patriotismo; aleccionar, conmover, marcar nuevos rumbos, como así también dar lugar a cuestiones honoríficas y cuando no, farandulescas. Muchos actores obtenían premios tales, como la corona de hiedra o placas recordatorias llamadas ex-voto.
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