
Eurípides
Su fecha de nacimiento se sitúa en torno al 485 a.C. En sus estudios quedan patentes los ideales formativos helénicos, la búsqueda de una enseñanza global, el hombre completo, estudiando retórica, filosofía, pintura y pugilismo. De más de 65 obras (se habla de cerca de 90), sólo obtuvo cuatro primeros premios, y nos han llegado 17 tragedias y un drama satírico: Alcestes, Medea, Hipólito, Ion, Hécuba, Los Heraclidas, Heracles, Andrómana, Las Suplicantes, Las Troyanas, Ifigenia en Tauride, Electra, Helena, Las Fenicias, Orestes, Ifigenia en Aulide, Las Bacantes y el drama satírico El Cíclope.
La labor pionera de Eurípides fue el carácter de los personajes. Hombre profundamente moderno en su tiempo podría ser llamado el primer realista y el primer feminista. Dejó de lado los temas amplios de la moralidad y la religión para explorar lo que podríamos llamar psicología patológica. Sondeó la vida interior del individuo y transformó la tragedia de un conflicto entre el hombre y las leyes divinas en un conflicto del alma misma del hombre entre los impulsos del bien y del mal. Aunque se ocupó de personajes mitológicos, los presentó en forma realista, tratando al hombre como responsable de todos los infortunios.
Testigo de la decadencia, de la crisis moral, política y religiosa, Eurípides es impulsado a escribir de manera más racionalista y humana. Genio escéptico, no dejó de seguir de cerca con curiosidad las cuestiones políticas y sociales, pero como espectador, nunca apasionadamente. Vilipendiado por su época y admirado profundamente desde su muerte, su espíritu observador sentó una manera de escribir. Pensó siempre en el público y esto determinó ciertas actitudes literarias: multiplicación de personajes, ruptura de la unidad de acción, aparición de efectos espectaculares, trucos artificiosas, equívocos y tretas…La decadencia le llevó a desmitificar el mito, a bajar a los dioses de su pedestal para acercarlos a lo humano y a usar el escenario como tribuna de ideas.
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